A veces enloquezco. No conviene,
es obvio: los demás
se desconciertan rápido. Muy pocos
se prestan a escuchar.
Nada confiable soy. Me autoflagelo
encima sin tapujos.
Tendré que andar en más con pies de plomo
y ser consciente de
toda sanción moral que esté cargando.
Pido perdón de entrada.
No es fácil ser normal; en eso estoy.
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