A pesar de que el Norte conmemora cuartetas
y de que la mitad del tiempo se divide,
yo masco un disparate para que el tero anide
y refulja entre toscas de recurrentes vetas.
Nunca mi funeraria se inclinó más despacio
que un moro en su colmena ni que la pus del yeso.
Yo quiebro el testimonio vernacular del seso
y una ciega se asfixia por fuera del espacio.
Cinturas pisciformes se desconciertan con
el sable y argumento de un dilatado son
y execran de improviso, como alfombras de lata.
Pochoclos y potrancas se agencian su astracán
a base de gargajos a un desvalido can.
Yo digo que el delirio se parece a mi tata.
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