Está helado. El del quiosco
levanta campamento
luego de todo un día
de intemperie. Charlamos
un ratito. Hace poco,
dos meses, se quedó
sin moto. Ahora, en bici,
partirá --son las diez--
hacia el este, Agustín
Garzón abajo. Tiene
un santuario en su puesto:
llora por él la Virgen
entre dibujos de
sus dos hijas menores.
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