sábado, 21 de noviembre de 2015

CÁNCER

La Ciudad nos aplasta. 
Las aves y el azul
fueron exterminados
por ese gran rodillo, 
que se acrece. La sombra 
de catedrales muertas, 
que los pies desconocen
y que jamás transitan
pensando en nada, tumba 
irrisoria de Dios, 
se hunde con el periplo 
febril y cotidiano
del que pasa, y se yerguen 
edificios enormes, 
eternamente sordos
y que tampoco miran. 
Somos de la Ciudad. 
Somos células febles
de un organismo enfermo 
que se altera en la noche, 
y el sol es una estrella. 
 

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