lunes, 2 de noviembre de 2015

LA GRATITUD

Te vas, entonces. Vuelve 
la infinita alegría
de apoyar mi cabeza 
en tu rodilla, padre, 
después de haber cenado, 
y sentirme querido 
por sobre todo. Vuelve 
la insólita niñez, 
ese regalo, breva 
nacida de tu mano. 
Y se aleja el rencor, 
o se hace incomprensible 
la vida, que enfrentara 
dos voluntades. Quietos 
ante el final, que nunca 
se sabe cuándo llega 
y que esperás, postrado, 
me siento, diluido 
el odio, junto a vos, 
y callo. Lloraré. 

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